Sólo tu cuerpo

Sólo tu cuerpo, sí, sólo tu cuerpo.
Sólo tu cuerpo
y la luz que se cuela por las persianas
destruyendo el sueño de tu frente.
Sólo tu cuerpo, sí, sólo tu cuerpo.
Sólo tu cuerpo
y los hombres que te gritan
entre escombros y cemento
en las noches y los días venideros.
Tu cuerpo, sí, tu cuerpo.
Tu cuerpo
y las respuestas que la camisa,
con la corbata que no llevo,
dan a la vida fugitiva
en los amaneceres rotos
por el canto del gallo iridiado.

Sólo mi cuerpo, sí, sólo mi cuerpo.
Sólo mi cuerpo
o la ensoñación en tus mejillas
y los labios de la ostra perlífera.
Sólo mi cuerpo, sí, sólo mi cuerpo.
Sólo mi cuerpo
o tus manos inimaginables
en mi pecho hundido por la depresión
de las calles que no me llevan a ti.
Mi cuerpo, sí, mi cuerpo.
Mi cuerpo
descompuesto en la tumba futura
que se hace presente
en el olvido de tus noches...
y mis manos inútiles.

Tu cuerpo y mi cuerpo,
ambos perdidos en uniones insensibles,
en amnesias blanquecinas y alcohólicas.
Tu cuerpo y mi cuerpo,
que encajaron en camas de granito
pulido por el pico de la gaviota
y cincelado con una nutria.
(Su sangre transluce en las piedras y el cemento)

Y pedías olvido,
auroras boreales que caían sobre mis manos
extendidas
;y pedías muerte,
amaneceres marchitos antes de nacer
;pero tus manos y tu pelo
nunca olvidaron la sonrisa
que huyó de la fotografía
robando el color.

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