ELEGÍA A UN HERMANO MUERTO (Una noche y tres días)

Estalló sobre las cabezas
un látigo sin manos ni miradas
;dejó en los cuerpos rocas invisibles
que rodearon la muralla de los cuerpos.

(Los labios tocaban los nervios de la respiración)

El infierno estaba tan cerca
que pedimos al sol
una canción sin letra
pero la luna le recordó
el olvido que la blancura virginal
provoca en nuestras mentes.

(Las guaridas del recuerdo se vaciaban del plomo y del tejado)

(Fin de la noche)

Las voces en las perchas
suenan huecas e insufribles
pero el sentimiento cruzó
cientos de kilómetros y movió
la cabeza huracanada y somnolienta.

(Los pechos ya no saben del aullido de las manos)

El viento pugnó con los caballos
pero el corazón pudo más que el cemento.
Envié mis manos a tu pecho
pero mi cuerpo tardó horas en llegar
y noches en sentir tu respiración.
El aburrimiento llenaba las horas
y tu recuerdo
impregnaba de distancia
los postes ferroviarios.

(Ya no existen los desgarros de las manos
ni el agua de las pupilas
que nos lleven a los diques
de los labios ya-no-aún-cerrados)
aún-no-ya-cerrados)

(Recuerdo de la noche)

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