Morir en primavera

Morir en primavera.
Cuando las hojas aún no son hojas
y nos queda todavía algo de aire
sobre las sombras ya-no-asombradas
por los versos de la madrugada.

Morir en primavera.
Porque son restos de estrellas
que se van perdiendo en las bocas
solitarias
que bailan la danza del hueco.

Morir en primavera.
Aunque no nos queden caminos
cubiertos de ternura de escaleras
y no existan más versículos
desde donde clavar conciencias.

Morir en primavera.
Pero traer versos en destino
con manos recién enamoradas
y ojos ante ventanas
que no pierden las fotografías.


Morir en primavera.
Para que los ojos no sean agua
hundida en el estanque de los ojos
y la tristeza traiga algo más de vida retirada

donde los labios no tienen sensaciones
y la muerte es amnesia de azoteas.

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