ATRACCIÓN I

Atraigamos la tristeza
en estos días nublados
y con acero sobre las ventanas
creemos un cielo de muerte
que rompa los costados de la luna.
Veamos los tejados ondulados
por los cuerpos suspendidos
de las bombillas luciérnagas
que dejan brillos de amanecer
en el horizonte de las manos
paralelas.

Los pies buscan la perfección
del ángulo obtuso y
la regla de las jirafas
con su cuello en ocho.
Los labios de las ostras
y los mejillones que vuelan
sobre sueños de magnesio
y calcio.

Atraigamos la tristeza,
una vez más,
sobre las camisas blanquecinas
que ondean en el asta
de este toro
que arrastra la paloma
recién atragantada con ese
tronco de libertad.


Veamos los cajones del recuerdo
en ese bólido que planea
sobre el subsuelo de las mentes
y robemos las greñas
de las cabezas de esos calvos,
que no piensan.

Los hilos han unido
la muerte y el nacimiento
en un planeta sumergido
en ese agujero negro del
amor.

La tristeza vuelve a las mentes
y la araña atrapa
las lanzaderas espaciales
que huyen de los gritos del ocaso.

¡Tomad mis manos entre los dientes
y descargad vuestro dolor
sobre mis venas, rasgadas,
que os ofrezco!

¡Traed toda vuestra negritud
y manchad la limpieza efímera
de mi alma!

¡Volved con cañones de verdad
y futuro
sobre vuestras mentes
y volaos la cabeza!
Éste será vuestro único recuerdo:
la mente diluida en un cañonazo,
una detonación sorda,
la vuelta al vientre,
un giro,
un golpe sonoro en el suelo,
dos ojos que miran al techo...
y se cierran.
Adiós.

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