Mostar

Deja que te escriba un poema
desde el dolor de la distancia
;que con estos versos tu pena
se clave en nuestra conciencia.

Porque tus manos quieren huir de tus brazos
hacia ese sol que se aleja en la niebla
;porque has llorado con las manos vacías
y las lágrimas de esperanza llenas
;por todo eso deja que te escriba un poema.

Quiero hablarte, sí a ti, de la luna
y el amor que siente hacia las estrellas
;del sol y el dolor de sus hijos
;de la hermosura que se hunde en esta guerra.

Quiero cantarte que ya no hay sangre,
que el cemento todo entierra...
pero no, no mentiré: sólo hay odio
que ataca tus mejillas antes sonrosadas
;sólo hay frío que muerde tus pantorrillas
;sólo hay lobos que hielan tus manos
;sólo hay dolor en la distancia
y trenes que se alejan llenos de caridad.

Pero no, no mentiré, tú, sí, tú,
ese soldado que acaba de matarme
aquí, en Mostar, deja tu arma y entiérrame
;los niños me amaban, ¡qué tu los ames!
Pero no, no mentiré, tú, sí, tú,
con tu gorra azul y tu bandera,
dame tu mano y muérdeme en el cuello,
desángrame una vez más y
rásgame la yugular de oeste a este.

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Después ya sólo quedará el silencio. (Hierros retorcidos)
Después ya sólo quedará la planicie. (Chirridos de niño) Después ya sólo quedará un campo. (La Muerte con disfraz Después ya sólo quedará lo que ya haya huido. de campesino)
Después ya sólo quedará un poste, un nombre
y una carretera que acaba en la nada
de la guerra: Mostar.

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