SARAJEVO

Aterrízame ahora sobre tu costado
donde vuelves cada noche al silencio de las madrigueras.
Desvísteme con tus ropas de-ya-no-sin sensaciones,
con los oídos sordos por el viento.

Desnórtame en el centro de tu tristeza,
aeropuerto sin aire en las velas.

Nueva York ya no tiene estatuas
y los ángeles dorados invaden los patios.

París derrama un corazón-tan-blanco
en la prostitución de su grandísima entrepierna.

Berlín ya no tiene muros para las lamentaciones,
todo se vuelve desolación en aquellas frentes.

Londres donde el Big Ben es el Big Bang
y el mundo se destroza en las carreteras infartadas.

Roma se inclina tras San Pedro
para ocultar sus labios de crema restañados.

Ginebra se pierde por las manos del trigo
que aún no ha llegado a las astillas de la lengua.

Moscú bebe sus propias nieves sin cordura
y te da, Sarajevo, el beso de las monedas.

Y tú, Madrid, siempre Madrid,
ya no tienes ni los ojos ni los dedos
de las macetas
;ahora sólo queremos sus coronas
y la cibeles manca
que no tiene lágrimas de tierra y trigo
que llegan a las bocas
ternura
calor
y
tiempo
en las que los gritos no tienen letra
ni las palabras más sentido
que el dolor más desnortado
de los ojos y
de la meseta que se nos clava
en el
pecho

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