Debe de estar amaneciendo

Debe de estar
amaneciendo
detrás de las persianas,
apagando las farolas
y apagando las aceras;
debe de estar
despertando
los sueños de los edredones,
abriendo los ojos de la mañana
y descorriendo las cortinas
pero debe de haberse olvidado
a los relojes,
a los conductores de escaleras,
a los semáforos del despertar,
a los relojes de alarma,
a los párpados del sueño;
porque esta mañana
una bandada de dioses de trapo
se ha instalado bajo mi piel
como las raíces de los baobabs
entrelazadas en las sábanas
de esta mañana.

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