Me están hablando

Me están hablando
unos dioses pequeños
que fijan su morada
en las costuras de las almohadas
cuando duermes.
El residuo salado de tu lágrima
se calcifica en mi memoria
y el ayer se hace presente
antes de que pueda recordarte.
Dublín era frío,
lo sé,
había domingos de repollos,
patatas y puré de zanahorias,
pero también ponían películas
y conciertos de violas desafinadas.
Escribo desde la acritud
o amargura
del jintoni
o la sensación de haberme
partido el labio
antes de besarte.
He escrito el poema.
Se pueden leer las letras.
Preguntadme por sus labios
si aún me resta el cansancio.

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