Scruffy Murphy's

La espera
tiene un tinte de acero,
herrumbre de clavo descabezado
como las nubes de este invierno
que entran a aldabonazos
por la puerta de este octubre.

Me sirven la pinta
y el camarero se pregunta qué escribo,
probablemente la lista de la compra
o el psicoanálisis de los sueños
que no tengo.

Bebo el agua del canal
y su amargura me hace bien
en la punta de los dedos.
La pinta de esta barra
es oscura y densa,
aterciopelada e hiriente,
como el beso de la tierra.

Construye castillos de café con leche
detrás de la barra
el caronte de este infierno
en el que me voy arropando
los labios
con la espuma que flota
sobre el sueño.

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