Crecen dioses pequeños

Crecen dioses pequeños
en las rendijas que nos deja el tiempo
entre la comisura de los labios
y la punta de los dedos.

Crecen pequeñas hadas de lluvia
en el calor de este verano
como el vapor de la olla a punto
de romper a hervir.

Crecen poemas diminutos
como una urticaria
en el valle del pecho
con su comezón de verso.

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